El tomate tiene orígenes antiguos en Sudamérica, en particular en las regiones andinas, donde ya era cultivado por las civilizaciones precolombinas. Tras el descubrimiento de América, fue introducido en Europa, pasando primero por España y posteriormente extendiéndose por toda Italia. Inicialmente considerado una planta ornamental, no fue hasta el siglo XVIII cuando el tomate comenzó a apreciarse como alimento.
En Italia, el tomate ha encontrado un entorno ideal para desarrollarse gracias a la variedad de suelos y al clima favorable. Su cultivo se concentra principalmente en las zonas llanas.
Para nuestra pulpa fresquísima seleccionamos variedades de alta calidad, como el San Marzano, apreciado por su forma alargada, su pulpa firme y su bajo contenido en semillas, características ideales para la elaboración de conservas. El cultivo sigue métodos tradicionales y ecológicos, respetando la tierra y el producto, para garantizar calidad, sabor auténtico y naturalidad.